Los mapas, adorables puzzles hechos de calles, avenidas, construcciones e infraestructuras... Siempre me han fascinado, desde la infancia donde el proceso de entenderlos y aprender a moverse en uno hasta años más tarde disfrutar de la cartografía de siglos anteriores que en muchos casos son obras de arte.
Un mapa sirve para ver, entender y moverse por el mundo, representa el espacio y sus progresos, las expansiones urbanísticas, los cambios que realiza el hombre sobre el territorio, ver un mapa y como ha evolucionado ese espacio es en cierta forma mirar por una ventana la historia de ese terreno, desde una ciudad, donde es más perceptible los cambios hasta los mapas de carreteras o países que modifican y cambian sus fronteras.
Esos
espacios pueden explicar la historia. Solo hay que recordar en
nuestra infancia aquellas clases de geografía tediosas y aburridas
donde había que aprender de memoria los
ríos, afluentes, fronteras, montañas y
cordilleras, regiones, provincias y comarcas... cambiantes en los que
estudiamos en periodo de transición y recuperación de autonomía
regional, transformando fronteras con la UE
y la caída del muro, Yugoslavia... Son
reflejo de los cambios que hemos vivido en estos últimos 30 años y
así ha sido a lo largo de toda la
historia.
Pienso
en el mapa de Barcelona, miro atrás,
unos 250 años, en este cuarto de mileno la ciudad ha crecido, ha
transformado su urbanismo, anexiono los pueblos vecinos (Vila de
Gracia, Sant Andreu del Palomar, Sarria...) creo un espacio unico
(Eixample), reordeno su zona industrial, acogió
unos juegos
olímpicos
que transformaron
y dieron el ultimo gran impulso urbanístico...
Todos estos cambios pueden verse los mapas urbanos de la ciudad, y
ver como ha crecido y transformado Barcelona, dejando de ser una
ciudad estratégica
y portuaria en una metrópolis
con un peso especifico en el actual mundo globalizado.
Los
mapas ya no son un juego, sirven para entender, mirar un mapa es una
manera de viajar, de estar, imaginar y memorizar; entre lo que
sabemos del lugar, lo que suponemos y lo que aprendemos permite
moverse con facilidad una vez pises el terreno físicamente.
Jugamos con el lenguaje cartográfico,
construimos nuestro propio viaje.
No
hay ciudad sin territorio y para entender y
comprender como la historia del territorio justifica situaciones,
lugares de poder... cartografiar puede ser la mejor solución.
Cartografiar
es coger la realidad e inventársela.
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