SOLARIS es una rara avis en el cine soviético, un film del genero de la ciencia ficción rodada en pleno periodo Podgorny. No es una película fácil ni cómoda de ver, alejada de los estereotipos clásicos de la CF, más cercana a 2001 por planteamientos reflexivos que a otras películas del genero, a pesar de las diferencias abismales y de estilos entre una y otra, y sobre todo por la visión y mensaje que Tarkovski plasma en el metraje.
Lenta, aburrida, intensa en sentimientos reflejados, estética decadente y obsoleta a la vista, atmósfera claustrofobica y extraña, un vestuario y unos efectos miserables tan acordes con la imagen y estilo soviet, esa austronautica más similar al Yakolev que al Apolo son motivos suficientes como para a los 10 minutos de iniciada salir asqueado de la sala de proyección o apagar el dvd y lanzar el disco por la ventana antes de sucumbir a los “encantos” de la pana y el cuero rancio.
Pero SOLARIS se ha de ver con otra lente, ampliar el diafragma y sobre todo la mente, aconsejable verla en compañía de una botella recién sacada del congelador de Moskovskaya y un paquete de Belomorkanal, la clásica papirosa sovietica.
No es ninguna aventura espacial, no hay ciencia ni tecnologías sorprendentes, simplemente es la agonía de la especulativa de sentimientos.
Un film de introspección, filosófico, muy cercano a planteamientos de Bergman; Tarkovski narra con discurso lento, nada convencional, cuestionando el progreso científico de la humanidad, en contra de lo que probablemente las autoridades soviets hubieran preferido, nada adulador con esos avances tecnológicos realizados por la URSS ni con su sistema. Un proyecto iniciado en 1968, el año de 2001, Tarkovski censurado por el Goskino durante cinco años, le da absoluta libertad para encarar el proyecto, el cual no inicia hasta 1971; para su distribución en Francia, la Gaumont/Columbia utilizó el slogan publicitario de “Solaris, la respuesta soviética a 2001. Odisea en el espacio, de S. Kubrick”, publicidad absolutamente engañosa, el film de Tarkovski nada tiene que ver con el de Kubrick, y tampoco es un postulado contraofensivo de la política en plena Guerra Fría y carrera espacial.
Planteando cuestiones de corte existencialista, alejándose de la espectacularidad del genero, ambientada en un tiempo coetáneo a la filmación, no estamos en un futuro lejano sino en la actualidad del momento, despertando emociones, sentimientos y reflexiones que han preocupado al hombre desde siempre ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos?
Solaris para Tarkovski es su film menos conseguido, pero no es así, en él se ve claramente su libro de estilo, muy maduro ya por planteamientos. Basado en un libro de Stanislaw Lem, con variaciones que Tarkovski filma a su modo y estilo, el eje del discurso debía ser otro, priorizando el sentido filosófico respecto al espectacular y científico. El guión trabajado con F. Gorenstein, introduce dos grandes variaciones:
La temática, la historia de amor entre Kris Kelvin y su esposa Hary, eje central del film, a quien reencuentra en la estación espacial Solaris diez años después de que esta se suicidara.
La temática, la historia de amor entre Kris Kelvin y su esposa Hary, eje central del film, a quien reencuentra en la estación espacial Solaris diez años después de que esta se suicidara.
También como desmarque de la novela, la primera secuencia del film, transcurriendo en la Tierra, con el objetivo de reforzar el sentimiento trágico de alejarse del entorno querido, hasta cierto punto dejando palpable el desapego emocional que sufre el protagonista, este viaja a Solaris para informar sobre los extraños acontecimientos que están ocurriendo en la estación espacial y a la que no se le encuentra ninguna explicación científica.
El viaje sera un viaje sin retorno, pero en la primera escena subraya de forma excepcional el sentimiento de partida que supone el viaje.
continuará...
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