"En las demás artes figurativas, puede ser necesario que cada artista haga su propia revolución y así justificar que tiene algo personal que decir, pero en la arquitectura no es necesario que cada cual haga su propia revolución para evitar así el ser calificado de plagiario; ya que el edificio debe ajustarse a un destino concreto; es conveniente que el arquitecto disponga de una serie de modelos debidamente experimentados para integrarlos a su proyecto. La elección adecuada y el tratamiento de la composición pueden por sí solos distinguir tal acto del simple plagio de las formas creadas por los innovadores (...) el arquitecto medio, a falta
de modelos seguros, acaba por ser influenciado por las manifestaciones más vistosas, o sea por la moda (...) perdiendo de vista los hechos que preceden a la creación de toda forma."
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