A pesar de lo que se pueda creer, William Holden no es el protagonista
de Sunset Blv., el es un mero narrador de los acontecimientos,
interpreta magistralmente ese papel de perdedor, irónico y
cínico que se ve atrapado en la telaraña en la que cae
al intentar escapar de sus acreedores cosa bien reflejada en las
primeras escenas de la película. La mansión es esa
telaraña donde finalmente como todo insecto atrapado en ella
será devorado por el temible arácnido; en esas imágenes
donde el personaje de Holden va adentrándose en la mansión
se intuye esta metáfora, un lugar escondido, dejado y
descuidado, reliquia que gozo de un tiempo mejor pero que actualmente
es un fiel reflejo de la decadencia de sus habitantes. Cuando es
sorprendido por el mayordomo, Holden ya esta atrapado en esa tela de
la que no escapará con vida y empieza a tramarse esa lucha
entre la araña y su victima, a pesar de que Joe Gillis
(Holden) no lo sepa ver.
Pero
en esta entrada, quería centrarme en la figura de Norma
Desmond (Gloria Swanson), una estrella del silente, hoy en su madurez
completamente olvidada por los estudios y el publico, que no deja de
ser un personaje ridículo por su locura y su incapacidad por
aceptar que su estrella se apago hace ya muchos años. Ese
personaje ficticio no deja de ser el reflejo de muchos actores de la
época del cine mudo que con el sonoro se fueron diluyendo y
cayendo en el olvido, y que en muchos casos acabaron sus días
de forma precaria y dramática, como lo son hoy los objetos
obsoletos de la sociedad de consumo. Muchos de estos no vieron
reconocido su extraordinario trabajo o bien en una edad ya muy
avanzada o después de muertos, gente como Buster Keaton,
Harold Lloyd, Lili Damita y tantos otros que con la llegada del
sonoro vivieron un declive profesional que afecto a sus carreras y
apago su estrella.
Norma
Desmond había sido una gran estrella del cien mudo, una Diosa
de la pantalla que iluminaba luz propia, había trabajado con
los mejores y su figura era venerada y deseada por todos, pero al
llegar el sonoro esa torre de marfil en la que vivía se
derrumba y todos esos momentos de divinidad y excesos se apagan como
los focos en el estudio a la orden de Cut! El otrora director de sus
éxitos con el que contrae matrimonio es ahora el fiel y servil
Mayordomo de la mansión, Max también es un producto
caduco, pero en su caso es el quin decide abandonar su carrera por
estar al lado de la mujer que ama y venera, y continua recreando y
falsificando la realidad en la que vive Norma Desmond, quien no ha
cambiado sus hábitos ni rutinas de cuando era una Diosa del
cine, eso si, en su propia locura sigue alimentando el sueño
de volver a ser una gran actriz y su sueño es reescribir el
guión de Salome para que lo dirija Cecil BdeMille.
En
su afán de regresar a la pantalla, el papel de Joe Gillis es
fundamental, pues el como guionista fracasado sera la herramienta
perfecta para corregir y realizar ese guión al que en una
primera lectura él ya sabe que eso no conduce a nada pues es
una autentica basura y no habrá productor ni director para el
regreso de la antigua estrella. Pero en una extraña y tortuosa
simbiosis los dos personajes se autoalimentaran hasta desembocar en
la tragedia final. Joe Gillis una marioneta, por necesidad movida por
los hilos de la diva acabara arrastrado a un callejón sin
salida, cuando él cree que ha descubierto la posibilidad de
una nueva vida al
conocer a Betty (Nancy Olson) el polo opuesto a
Norma, pero ya esta tan enredado en esa tela de araña que la
única forma de escapara a ella es siendo devorado por Norma,
como acaba pasando. Ese
vampirismo de Norma, su narcisismo y egocéntrico carácter
magistralmente interpretado por Swanson es un retrato cruel y
desgarrador de esas criaturas que un día fueron Diosas, que su
publico besaba el suelo que pisaban y que sus fanáticos
seguidores convierten en mitos pero que por fatídicos e
incuestionables giros del destino su luz se apaga y esos fieles
seguidores van alejándose y olvidando hasta llenar de polvo y
telarañas los recuerdos de esa diva, pero esa diva sigue
creyendo estar en ese pedestal, incapaz de ver la realidad delante de
sus ojos, unos ojos que siguen creando escenarios que ya no existen,
donde ella sigue caminando bajo alfombras rojas y creyendo que aun la
gente la respeta y ve como la gran figura que fue, en esa terrible
incapacidad de saber retirarse a tiempo es donde más cruel
puede ser la naturaleza humana pues llegado a este extremo, aquel
personaje al que todos vieron como una
Diosa, acaba siendo un
personaje ridículo en hechos e imágenes, una decadencia
total del mito y de la persona pues esta nunca acaba reconociendo su
declive ni su decadente presente; esa irrealidad en la que vive no
hace más que engrandar su propia y deprimente imagen, y acaba
por ser engullida por aquella figura que fue y que nunca más
volverá a ser.
Si
yo fuera Billy Wilder hoy, ya tenia el casting perfecto para rodar
Sunset Blv, desgraciadamente no lo soy, pero si puedo imaginar en mi
mente a cada uno de estos personajes, incluyendo alguna variación
de creación propia, debo decir que en realidad he estado
presenciando esta especie de Sunset Blv desde el plato en muchos
casos, en otros releyendo el guión y que desde luego que el
final no sera tan trágico ni dramático pero no es nada
alagueño su final, pues cuando uno asiste al crepúsculo
de los Dioses el drama esta garantizado y como un Holden cualquiera
cuando el final llega y el mito se derrumba pocas opciones tienes más
que hacer de mero espectador.
1 comentario:
El final sempre es, segurament, una mica dificil i doloros, portar el final amb dignitat es el que pot fer del nostre final algo menys dificil i doloros
petons
Publicar un comentario