viernes, 19 de marzo de 2010

A BOUT DE SOUFFLE.


A BOUT DE SOUFFLE.


Cuando un grupo de lo que hoy llamaríamos freaks se juntaron en la redacción de la prestigiosa Cahiers du Cinéma y reivindicaron el cine americano, Hitchcok y Ford por encima de todos, la admiración casí religiosa del gran Orson Welles y los realistas franceses como Renoir, Clouzot, la visión de Tati; en sus artículos en la década de los 50 y sus guiones se sentaron las bases del siguiente paso que realizarían al terminar esa década y en los 60, nacía la Nouvelle Vague, la corriente cinematográfica que impulsarían un puñado de amantes del cine y que plasmarían en sus películas, renovando y dando origen a lo que podríamos llamar cine de autor, un fenómeno más europeo que americano por los conceptos y visión que se tienen y transmiten a la hora de realizar sus films.


Considerando Hiroshima Mon Amour (1959) de Alain Resnais el precedente a la irrupción de estos detrás de la cámara, este puñado de críticos que se pasaron al otro lado del río ha dado la mejor hornada de operas primas que podamos encontrar en casi todas las épocas del cine, la mayoría de estas películas son consideradas obras maestras y marcaran la década de los 60 y 70 de forma extraordinaria. Por encima de todas estas obras destacaran Los 400 golpes de Truffaut y sobre todo À bout de souffle de Goddard, de la que en esté mes se cumple el 50 aniversario de su estreno coincidiendo con el 80 de su realizador, quizás el mas controvertido de estos.

Con guión de Truffaut, colaborando Chabrol, Goddard realizá su tesis de la Nouvelle con un thriller que marcara las pautas y normas características del movimiento.

El argumento típico del cine negro, un ladrón de poca monta, enamorado de una estudiante norteamericana, comete el gran error de matar a un policía, las consecuencias de este incidente le llevaran a un final trágico, las ultimas horas de un perdedor acorralado y sin salida a su situación personal, el antiheroe enjaulado en un sistema que no esta hecho para él. Sobre esta novela barata, diríamos que de serie B se construye toda una declaración de principios y unas bases en una nueva manera de hacer cine, con pocos medios Goddard explota el perfil y la condición humana de los personajes, priorizando en ellos por encima del argumento, directo y conciso en el apartado argumental lo que destaca es la introspección hacia el devenir del personaje, su carácter y su personalidad, la asfixia de un hombre fuera de lugar presionado por el sistema que le esta dando caza y captura, por el otro lado la inocencia de alguien ajeno a todo ese submundo criminal, la inocente joven que acabará delatandolo.
Lo que destaca en su visión es ese impacto duro, la forma en que esta rodada, esos planos cortados sin fundidos, sin esperas, la velocidad de filmación, la dureza de su lenguaje cinematográfico, sus frases secas y directas, sin artificios, con una atmósfera muy natural, un ritmo cortante y eléctrico que nos llevan hasta esa escena final, cuando el perdedor es cazado, el destino del hombre que no tiene porvenir, como el personaje de Sterling Hayden en La Jungla de Asfalto de Houston, herido de muerte tras el atraco, tambaleándose en esa escena final en el prado con los caballos sueltos, el protagonista sabe de su fin, que todo ha terminado y que su sueño se desvanece, intentando con el ultimo suspiro agarrarse a ese sueño que era como su reinserción en el sistema.
Goddard reinventa los mitos del cine negro, Belmondo es el heredero europeo de Bogart y Cagney, renovado y de ultima generación, ya no son personajes de mediana edad, deambulando por los sórdidos escenarios de una ciudad gris y oscura, acorde con los tiempos que vienen, la modernidad y esa sofisticación tan de los sesenta entierra el mito del hampon y el detective de las obras maestras de Chandler y Hammett; la heroína deja atrás a la encorsetada protagonista femenina, renovando su estética e incidiendo en su independencia, la mujer emancipada y con su propio destino, que fabrica y elige, Seberg marcara con su papel un icono de esa mujer que nace en los 60 y que empieza a recorrer un camino suyo, propio, tan opuesto al glamouroso starsystem personificado en Audrey Hepburn.
À bout de souffle no es una gran película, pero si es un festival visual, un álbum de imágenes para guardar en la retina, un aire fresco, un collage fílmico, un original, un retrato de un París nuevo, de una sociedad cambiante, renacido tomado por la juventud que pedirá pasó para cambiarlo todo y que culminará con el mayo del 68.

“Entre el dolor y la nada elijo el dolor”.
Patricia / Jean Seberg

1 comentario:

Anónimo dijo...

Com m'agrada llegir-te quan escrius de cinema, i quan ho fas del francès el plaer es multiplica.
Estic totalment d'acord amb el que expliques....aquest clima de lo quotidià i del íntim queda reflectit a la retina però també a a l'ànima o al cor o al cervell, que no se ben bé on queden reflectides aquestes coses.
I el dibuix que es fa de la dona, es prou interessant per reflexionar-hi. Peró ja m'atur d'escriure, només volia agrair-te aquest post fer-te arribar les meves sensacions.

Ah!!!! i...Força Barça.

Caterina