Probablemente ningún periodista o personaje publico represente tan vivamente un siglo; el siglo XX.
Cómo periodista vivió en primera persona grandes acontecimientos que describió en crónicas publicadas en La Vanguardia, en un momento en que artículos como estos eran las únicas ventanas al mundo desde la utarquica y paupérrima España. Desde su activismo político fue protagonista en la transición y sobre todo en la restauración de La Generalitat de Catalunya, Conseller sin cartera en el Gobierno Tarradellas, Diputado centrista con Suarez en los inicios de la democracia Sentís fue convirtiéndose en una especie de sabio y analista de ese siglo que le vio nacer y que vivió intensamente en la arena de los acontecimientos.
Licenciado y doctor en Derecho por la Universidad de Barcelona, Sentís se especializó en Derecho Internacional en la universidad de Sorbona, París. Comienza a escribir en La Vanguardia al finalizar la Guerra Civil; cuando también colaboró por el diario ABC.
Durante su trayectoria, presidió Radio Barcelona (1974-1976) y la Asociación de Prensa de Barcelona (1974-1977); fue decano del Col·legi de Periodistas de Catalunya (1988-1990); impulsa y preside el Centro Internacional de Prensa de Barcelona (1992-2006).
Publicó, entre otras obras, La Europa que he visto morir (1942), Del Congo a Argel con el general De Gaulle (1944), África en blanco y negro (1944), La paz vista desde Londres (1945), Seis generaciones de Borbones y un cronista (2004), Memòries d'un espectador (2006) y Cien años de sociedad (2011).
Extracto de algunos artículos de Carlos Sentís :
cosa qua impresiona casi más que el final de la guerra en sí; el de los campos de concentración alemanes.Yo sólo ha visitado uno. El de Dachau, en las afueras de Munich. Casi el último caído en manos del Ejército norteamericano.Visitándolo pasé un rato horroroso. Ahora, sobre el limpio papel donde escribo, no lo paso mucho mejor,
Dante no vio nada y por eso pudo escribir sus patéticaspáginas del infierno. Yo sí he visto Dachau y quizá por eso no sepa escribirlo.
Carles Sentís para La Vanguardia; 15-5-1945
Siempre vivaz, despreocupado, sereno. Con su uniforme de un gris delicado y a menudo con su pañuelo de topos emergiéndole bajo el cuello de la guerrera.. Siempre natural, lo mismo ante el Tribunal que ante los objetivos con lente de aumento de los fotógrafos. Y por encima de su actitud de cada día, tres momentos señeros: su presentación, su defensa inteligente y ahora su serenidad al leérsele la sentencia. Goering es sencillamente la revelación del proceso. Se había hecho una leyenda sobre sus medallas, sus uniformes, sus fiestas, y la gran Prensa anglosajona había presentado siempre a Goering como una marioneta. Y después ha resultado que con toda su vanidad y toda su extravagancia Goering es un gran político — el mejor de los veintidós — y un'hombre de cuerpo entero. ¿Intento exculparlo diciendo eso de su responsabilidad directa en la caída y muerte de Dollfuss y en tantas otras cosas más? Ya he dicho que hoy sólo podría hablar de la parte humana de este proceso. Y ya que no puedo hablar de todos los
hombres, he terminado concretándome al que en mi mente devora todas las otras figuras del proceso. La personalidad de Goering ha «robado» a todos los demás el proceso.
Carles Sentís para La Vanguardia; 4-10-1946
Se han publicado bastantes textos a raíz del fallecimiento de Gala, la musa y esposa de Salvador Dalí. Se ha escrito casi todo lo que se debía escribir y hasta quizá lo que no se debía escribir. Por lo menos en la hora de su muerte. Lo que no he leído en parte alguna es el paralelismo que se puede trazar entre la super rusa Helena Deluvina Diakonoff con otra eslava, y en gran parte específicamente rusa, mayor que ella y que tengo para mí que fue su inspiradora o, por lo menos, a quien imitó puesto que, entre otras cosas. le aventajaba en unos veinte años. Gala nació alrededor de 1891 en Kazan, mientras María Sofía Olga Zenaida Godebska nació en San Petersburgo el 30 de marzo de 1872. Ambas debían reinar en París y, cosa curiosísima las dos debían casarse con dos pintores catalanes a cuyá fama y fortuna debían contribuir enormemente. Si Helena Deluvina Diakonoff fue la administradora y el acicate artístico de Salvador Dalí a quien introdujo de rondón en el »tout París», »Misia» Godebska convirtió a José Maria Sert en uno de los pintores mejor pagados de su tiempo; nadie hasta entonces había percibido el equivalente de más de medio millón de dólares de hoy por los murales pintados para su ‘Salón» del Hotel Waldorf Astoria de Nueva York.
Carlos Sentis para La Vanguardia; 27-6-1982
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