idea de mí mismo y veo aparecer en el espejo a un ser
inesperado, insospechado, que me mira con ojos que son míos.
Ese desconocido que soy yo.
Ese al que los demás se dirigían al dirigirse a mí, sin yo
saberlo.
Ese irreconocible ser inmóvil que inspecciona mis rasgos
hoscamente.
En vano apremio al otro, el verdadero, a aquel que unos
segundos antes yo era.
Sólo está frente a mí, con ceño adusto, ese desconocido
inesperado que me mira con ojos que son míos.
José María Fonollosa
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