viernes, 28 de febrero de 2014

ARABIAN SANDS.

 T.E. Lawrence amo el desierto, su aventura contagio a otros valientes viajeros y les inoculo el virus del desierto, estos británicos hastiados de sus verdes campiñas y sus lluvias constantes, educados en los prestigiosos colegios del Imperio como Eaton, Oxford, Cambridge etc. hicieron sus maletas y se aventuraron a descubrir, convivir y conocer ese pareja inhóspito para el ser humano, donde descubrieron las tribus bedu, personas que hacen del desierto su hábitat natural y al que sacan su máximo partido.

El árido paisaje sea constante en este libro de viajes, uno no puede más que envidiar y soñar con esos tiempos donde todo era tan virgen, salvaje e inocente, alejado de la civilización occidental tan corrompida y aburrida de ese periodo de entreguerras.





 Wilfred Thesiger fue uno de esos pálidos anglosajones que se adentro en las arenas de los desiertos árabes influenciado por Lawrence de Arabia, él decidió abrir caminos dentro de esas tribus nómadas, transmitiendo en las paginas de Arenas árabes la belleza de ese mundo tan alejado de los salones de te y los clubs de caballeros, fascinantes paisajes y costumbres que plasma este clásico de la literatura de viajes y exploraciones tan alejado del despótico e intruso salvaje que es Frank de la jungla, ese personajillo mediático que se cuela en los hogares de la sociedad aletargada de hoy en día, inamovible en el sofá de su casa.

Antes de que el desierto se convirtiera en un gran pozo de explotación petrolífera, ese vasto océano de arena, donde como muy bien dice  Dryden (Claude Rains de la Agencia Angloárabe) en el film de David Lean : solo se divierten los Dioses y los beduinos; para un occidental el es un horno ardiente, en las antípodas de cualquier resquicio de comodidad y lujo para un viajero, eso hace del libro de W. Thesiger un autentico retrato y una irrepetible descripción de un escenario de una gran belleza.
Lo que fascina del desierto es esa sensación de "limpio", el cielo de un azul impactante, su arena parece recién pasada por un tambor de pulido, lo único que nos hace ver lo inhóspito del lugar es el polvo y el aire abrasador y cargado que lo hace casi irrespirable, se te secan las entrañas y escupes una especie de mezcla de cemento arenoso dejándote los ojos secos y enrojecidos por la agresiva arena en suspensión.

"Viajé al sur de Arabia justo a tiempo. Otros irán allí a estudiar geología y arqueología, los pájaros, plantas y animales, incluso para estudiar a los propios árabes, pero se trasladarán en coches%85%85Hoy el desierto está marcado por las cicatrices de las huellas de los camiones y lleno de chatarra abandonada e importada de Europa y Estados Unidos, pero esto no es nada comparado con la desmoralización a que ha dado lugar entre los beduinos. No eran salvajes ignorantes sino todo lo contrario..; ...aún con sus desilusiones, este libro sigue siendo un monumento a un pasado desaparecido, un tributo a un pueblo en tiempos magnífico."



Los beduinos han cambiado el camello por el Toyota, continúan siendo un pueblo magnífico, profundamente orgullosos de sus raíces y su historia, haciendo de su hospitalidad un valor único en estos días, en este siglo tan autodestructivo, egoísta e impersonal.

Leer Arenas árabes incita, invita y te atrapa a sumergirte, viajar y querer conocer estos territorios de leyenda.



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