viernes, 3 de febrero de 2012

IRENE ADLER.

Para Sherlock Holmes, ella es siempre la mujer. Rara vez le oí mencionarla de otro modo. A sus ojos, ella eclipsa y domina a todo su sexo. Y no es que sintiera por Irene Adler nada parecido al amor. Todas las emociones, y en especial ésa, resultaban abominables para su inteligencia fría y precisa pero admirablemente equilibrada. Siempre lo he tenido por la máquina de observar y razonar más perfecta que ha conocido el mundo; pero como amante no habría sabido qué hacer. Jamás hablaba de las pasiones más tiernas, si no era con desprecio y sarcasmo.
Eran cosas admirables para el observador, excelentes para levantar el velo que cubre los motivos y los actos de la gente. Pero para un razonador experto, admitir tales intrusiones en su delicado y bien ajustado temperamento equivalía a introducir un factor de distracción capaz de sembrar de dudas todos los resultados de su mente.  Para un carácter como el suyo, una emoción fuerte resultaba tan perturbadora como la presencia de arena en un instrumento de precisión o la rotura de una de sus potentes lupas. Y sin embargo, existió para él una mujer, y esta mujer fue la difunta Irene Adler, de dudoso y cuestionable recuerdo.
"Una Aventura en Bohemia"
Sir Arthur Conan Doyle

2 comentarios:

angzalais dijo...

Hay hombres que independientemente de su frialdad y carencia de empatia como amantes no sabrían qué hacer.

Hay mujeres que independientemente de su belleza y carencia de remilgos no serán la mujer amada.

Extrañamente éstos son siempre los que se convierten en dudosos y cuestionables recuerdos pero son justamente estos recuerdos los que nos asaltan cuando somos más vulnerables.

Petons

McQ dijo...

Releyendote y haciendo un esfuerzo por entender tu comentario... He de deicrte que la observación es acertada pero no llegaría a decirte que la comparto al 100%.

Petons.