jueves, 14 de abril de 2011

GET

La violencia nunca es sofisticada ni glamourosa, por muy bien vestida que la sirvas; es la muestra mas salvaje y primitiva de la condición del ser humano, acentuada cuando esta es tu forma de vivir y ganarte el pan. Jack Carter es un claro ejemplo de esta forma de vida, sicario de un gangster de la City, se enfrasca en la búsqueda y venganza de los asesinos de su hermano en su ciudad natal, Newcastle, al norte de Inglaterra y tan opuesta a la cosmopolita capital, regresa el hijo prodigo que ha “triunfado” lejos de casa donde dejo huellas de su paso en una lejana juventud.

Frío e implacable alterara el orden establecido y la jerarquía de los capos de la norteña ciudad con sus pesquisas, sacando a flote el turbio mundo en el que su familia ha estado malviviendo. El espectador, a pesar de la nula moral del protagonista esta a su favor, en cierta manera lo definimos como “el bueno de la peli” pero en el fondo no deja de ser un engranaje más de los bajos fondos.







Su dureza para con sus lazos pasados es fiel reflejo de la frialdad con la que se mueve, carente de escrúpulos acabara con todo un podrido sistema a un precio muy alto.



Get Carter es una renovada y puesta al día película de gangsters, deslocalizada de los tópicos ambientes turbios de Vhicago y New York, Mike Hodges filma la acción en un ambiente del todo nuevo para la gran mayoría de espectadores, por primera vez se da una visión de un crimen organizado que vive igual que las clases bien estantes, en una atmósfera sofisticada, cual ejecutivos de grandes corporaciones que cierran grandes negocios de 9 a 5, van en Rolls Royce y asisten al hipódromo como parte de su agenda social.





Esta realidad captada por Hodges es uno de los puntos fuertes del film, golpea la conservadora y clásica mirada al genero, muestra claramente la pirámide de poder en la que estos personajes ocupan cada uno su lugar en la figura geométrica, y es en el escenario cotidiano donde se mueve Carter que vemos claramente como a pesar de su traje caro y su impecable estilo no deja de ser un mero sicario que no puede subir más y que ha de esconderse en una pensión de los barrios bajos, escenario por el cual perpetrara sus averiguaciones y cocinara su venganza, causa principal del viaje al norte del país.



Es un personaje que esta fuera de hábitat toda la película, por un lado su incoherente escenario natural, por otro la imposibilidad de situarse y acceder a esa cúspide por alguna extraña señal que no acaba de definirse ni quedar clara en la proyección. Es un inconformista y rebelde a su manera, se entiende con la chica de su jefe, lo desobedece y solo se mueve por el afán de venganza que es el motivo y móvil de la película.



Otro nuevo giro al clásico cine de gangsters e fiel reflejo del momento en que se rueda es el sexo que aflora en muchas de las escenas, diálogos y fotogramas de la película, estamos en plena revolución sexual. La mítica conversación telefónica entre carter y su chica, el silencio perverso de la casera, la escena del descapotable con ese simbolismo falico que es el cambio de marchas, el sexo como forma y parte de las relaciones sociales entre hombres y mujeres y como desencadenante de todo, ese mercado oscuro e ilegal que es el de las películas pornográficas que destapa las averiguaciones que hace Michael Caine. No se rasga las vestiduras en mostrar la violencia, explicita y sin miramientos es hasta en algunos momentos cruel en exceso, implacable como califica la versión española del título original.




En definitiva, Get Carter es la replica inglesa a Point Black, otro filme renovador de este cine, son dos muestras claras de la renovación de un genero que dio un paso de gigante en un momento clave del cine, actualizo los tópicos y renovó las historias.




Michael Caine esta increíble, llena la pantalla el solo, su actuación forma parte de la leyenda de un actor que ha dado papeles tan contrapuestos como el antiheroe Harry Palmer o el calavera Alfie y que borda e inmortaliza un personaje que es duro, frío, sin escrúpulos pero que acaba llevándose toda la simpatía del espectador, acentúa la autenticidad de su personaje gracias a su acento cokney, Caine actor carente de la excesiva y a veces manierada dicción y formación teatral de los grandes actores británicos es perfecto y queda perfecto en el papel.














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